Fandi salió por la puerta grande, cortando dos orejas tras dos avisos a un toro tonto, que siguió la muleta de Fandi durante toda la faena. No dudó la afición venezolana en pedir el indulto del animal. Incomprensiblemente se le concedió la vuelta al ruedo. Suponemos que el presidente iba cargado de Gin-Tonic, porque había estado celebrando como había puesto Fandi banderillas al violín y se había marcado unas carreritas delante del animal. O también puede ser que era el toro más grande de la corrida y transmitía pavor al tendido; con 525 kg. Gacho y sin puntas, por supuesto.
De Fandiño y Fabio Castañeda hay menos que hablar, con cuatro manoletinas conquistaron al público. Sus toros eran algo más pequeños, a los 500 no llegaba ninguno. Menos mal, el ganadero ahorró trabajo en despuntarlos, porque además de gachos eran cerrados.
¡Viva la Fiesta de América!
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